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Equipo del Jumbo-Visma en el Tour de Francia 2022.
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Al Jumbo-Visma lo compararon con la 'Naranja Mecánica' de Johan Cruyff, por su Tour de Francia

Desde los Países Bajos siguen llegando reacciones por la buena actuación de la escuadra en la 'Grande Boucle'.

"Queremos hacer el ciclismo total", asegura Richard Plugge, el principal responsable del equipo Jumbo, en el Tour de Francia , que no reniega de que la inspiración viene de la "Naranja Mecánica" que en los años 70 ideó Johan Cruyff, primero en el Ajax y más tarde en la selección.

El equipo holandés marca tendencia en todo el pelotón, una forma de trabajar que ha dado sus mejores frutos en el Tour, donde se disponen a monopolizar la carrera, con los tres maillots distintivos, el amarillo, el de puntos rojos de rey de la montaña y el verde de la regularidad, cinco victorias de etapa y catorce podios.

Liderados por el joven Jonas Vingegaard y por el impresionante Wout van Aert, que han ganado dos etapas cada uno, el grupo ha culminado una actuación completa, digna de las que firmaban los equipos de Cruyff, que este viernes se apuntó otro triunfo, la victoria de Christophe Laporte en Cahors.

"Este es un equipo especial, tratan de controlarlo todo, desde la alimentación hasta el más mínimo detalle. Nada se deja al azar", aseguró el francés tras lograr su primer triunfo en una grande en su primer año en el equipo holandés.

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La "naranja mecánica" de Cruyff ha servido de modelo al Jumbo en el tramo final de la andadura un equipo que tuvo otros hace unos años, cuando trataban de dejar atrás los años tormentosos del ciclismo.

Era la época de Rabobank, un equipo gangrenado por el dopaje que, pese a contar con el segundo presupuesto del pelotón, dinamitó la fortuna y solo cosechó vergüenza y oprobio.

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Christophe Laporte, ganador de la etapa 19 del Tour de Francia 2022
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El nombre de Michael Rasmussen corresponde a esa época, cuando el equipo abandonó en 2007 el maillot amarillo que lucía el danés por las sospechas de dopaje. El mismo maillot que otro danés está a punto de lucir ahora en el primer escalón del podio de París.

Cuando en 2013 el poderoso banco decidió dejar de asociar su marca al enlodado ciclismo, Merijn Zeeman y Plugge se encontraron un campo de ruinas que decidieron bautizar como "Belkin" (blanco), para romper de forma definitiva con aquella época.

"Del segundo presupuesto pasamos al más bajo del pelotón. Éramos el hazmerreír", recuerda Zeeman.

En ese momento el espejo lo encontraron más lejos que en la Holanda de Cryff. El director deportivo siguió los pasos de los All Blacks, una formación lastrada por el alcoholismo de sus jugadores que consiguió una asombrosa resurrección hacia la cumbre mundial.

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Donde en el equipo de rugby de Nueva Zelanda había alcohol, Zeeman y Plugg encontraron dopaje y para superarlo impusieron la misma disciplina, el mismo compromiso casi religioso con los colores. Y una máxima: todo el mundo debía devolver el maillot en mejores condiciones que lo había recibido.

LA LLEGADA DE ROGLIC


En 2015 aterriza en el equipo un exsaltador de esquí esloveno fichado porque no costaba nada, pero que entró de lleno en la nueva filosofía querían poner en marcha. Pimoz Roglic sería la piedra sobre la que edificó el nuevo proyecto, que recibió el espaldarazo de la lotería de Países Bajos.

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En apenas un año, el esloveno ganó una crono en el Giro y al siguiente una etapa en el Tour de Francia. El proyecto cobraba oxígeno, empezaba a ser creíble, a dejar de ser un apestado para patrocinadores.

En 2019 la potente cadena de supermercados Jumbo tomó las riendas del patrocinio y esa misma temporada Steven Kruijswijk se subió al tercer escalón del podio de París. Por consulta interna se eligió el color amarillo para lucirlo en sus maillot, toda una declaración de intenciones sobre su principal objetivo.

Al año siguiente, se presentan a la salida del Tour con una alineación impresionante en torno a Roglic, con el propio Kruijswijk, Tom Dumoulin y Wout van Aert.

Pero la eclosión de Tadej Pogacar, con solo 21 años, hizo descarrilar una maquinaria que parecía perfecta. "Nos dormimos demasiado en los cálculos, no fuimos lo suficientemente ofensivos", reconoció el propio Roglic.

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Entre los valores del equipo la autocrítica figura en un lugar alto y al año siguiente volvieron con el mismo impulso y ambiciones renovadas.

Pero Roglic sufrió varias caídas y todo el peso del maillot recayó en los hombros de un debutante, Vingegaard, un ciclista desconocido que, sin embargo, aguantó la presión para acabar segundo. El todopoderoso Jumbo tenía un nuevo líder.

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El danés se apresta a rematar la obra de reconstrucción ideada y moldeada a base de ilusión y compromiso. El Jumbo es una estructura que incluye a psicólogos, nutricionistas, cocineros mecánicos y asistentes, todos ellos fijos en nómina, una decisión empresarial para ganarse el compromiso con el proyecto. Una filosofía total que ha visto en el Tour de Francia el fruto de su credo.

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